Esta historia me ha fascinado:
Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen.
Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo.
El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor. «Voy a presentarles un problema dijo-. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo».
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: «Este es el problema».
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados.
Después de algunos minutos, un alumno se levanto, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación y lo tiró al suelo.
«Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos.
Con esta reflexión doy la bienvenida al mes de agosto, despido a los que os marchéis de vacaciones y para la vuelta: ¿ESTÁS PREPARADO PARA DEJAR DE CONTEMPLAR LOS PROBLEMAS Y ENFRENTARLOS? ¿QUIERES SER EL GUARDIÁN, EL RESPONSABLE DE TU VIDA?
El próximo jueves más y mejor. Nos leemos!! 😉